Reclutando traidores

El destierro era una de las mayores condenas en el mundo celta. El individuo quedaba despojado de cualquier derecho e incluso de su honor, lo cual era extensible a su familia y sus descendientes. Es fácil suponer que los romanos supieron sacar partido a este tipo de individuos, que dificilmente serían aceptados en otra tribu, pero que de pronto se veían adulados y agasajados por sus "amigos" romanos, que los consideraban muy valiosos por la información que pudieran aportar sobre aquellos que le excluyeron de la comunidad y le obligaron a vivir en el bosque como una bestia.
A través de estos les resultaría fácil conocer secretos tales como el lugar sagrado donde algunas tribus habían colocado la piedra fundacional, posiblemente portada desde sus territorios de origen. Pocas cosas debían ser tan desmoralizantes para un celta como la violación de su secreto mejor guardado que de alguna manera debía suponer despojarlo de parte de su identidad. También los nombres secretos de reyes, jefes y dioses. El simple hecho de conocerlos suponía tener algún poder sobre ellos.